domingo, 25 de marzo de 2012

Carta de Diego


Orfanato India Akuvidu (Andra Pradesh)


En Agosto del año 2010, Gema y yo viajamos a India. Era la primera vez que íbamos allí, y los dos estábamos expectantes ante lo que se avecinaba.

No era un viaje normal. A través de un amigo de Gema, contactamos con unas misioneras Italianas que llevan trabajando en India más de 30 años. Tras varias llamadas telefónicas y mails, nos confirmaron que estarían encantadas de recibirnos y de contar con nuestra ayuda en sus misiones de India.  

Así que este era nuestro primer viaje a la inconmensurable India, y nosotros íbamos a sumergirnos como cooperantes voluntarios en lo más profundo de la misma.

Un día de mediados de Agosto aterrizamos en el aeropuerto de Kochin, en el estado sureño de Kerala, y dos misioneras vestidas de blanco y con toga negra se presentaron ante nosotros para llevarnos en un taxi, pagado por nosotros, a su convento-colegio. 

Allí pasamos dos semanas hasta que la hermana superior nos dijo que les gustaría que conociéramos otros conventos que la orden tenía repartidos por India. Esto nos pareció una idea magnífica, por lo que cogimos un avión y nos desplazamos al estado de Andra Pradesh, también en el sur de India. Allí fuimos a Samaladivi, que es el pueblo donde se encontraba el convento de las misioneras. Cabe decir que ese convento se encontraba a escasos 500 mts de una preciosa y salvaje playa, donde pocos años antes, el tsunami que había arrasado Tailandia, también había llegado a esta zona destrozándolo casi todo.

En el estado de Andra Pradesh se habla el Tegelu, un idioma imposible.  Por mucho que intentamos, solo logramos aprender tres o cuatro palabras, que por supuesto ya hemos olvidado. Pero lo que nunca olvidaremos, será el amor y el cariño que sus gentes, incluyendo las misioneras, nos mostraron. Creo que hasta los millones de mosquitos que cada atardecer nos devoraban la piel, lo hacían con un cariño especial.

Tras un mes en aquella tierra majestuosa, Gema y yo volvimos a Madrid y cada uno continuó con su vida, aunque ambos sabíamos que ya nada volvería a ser lo mismo para ninguno de nosotros.

A los tres meses de nuestra vuelta, las misioneras de Samaladivi nos escribieron un mail pidiéndonos nuestra ayuda, ya que que a escasos 50 kmts de allí se encontraba un sacerdote, llamado padre Kalyan en una situación desesperada.

Desde hacía 5 años mantenía un orfanato para 50 niños, a los que daba manutención, educación, ropa y un techo donde dormir. Debido a la crisis mundial se había quedado sin dinero, y por lo tanto al acabar el curso escolar tendría que cerrarlo. Así que esos 50 niños se quedarían en la calle con lo que todo eso significa en India. Esos niños probablemente acabarían en las redes de la prostitución, de la droga y de la mendicidad obligada.

El padre Kalyan nos pedía desesperadamente ayuda, ya que lo había intentado todo. Su tristeza y su agobio por dejar a esos 50 niños en la calle era tal, que se encontraba al límite de sus fuerzas, y tan solo su fe le ayudaba a continuar adelante.

Cuando Gema y yo recibimos su mail, lo primero que hicimos fue preguntarle cuanto dinero necesitaba para mantener a esos 50 niños durante un año. Al ser occidentales no teníamos una noción clara del montante económico que necesitaría el padre Kalyan.

Así que cuando nos hizo un desglose y lo vimos, nos dimos cuenta de que el coste de cada niño al año era de tan solo 80 euros. Gema y yo nos quedamos asombrados. Tan solo 4.200€ eran necesarios para que 50 niños tuvieran educación, comida, ropa y un lugar para vivir durante un año entero.   

Por ello desde el principio Gema y yo nos pusimos manos a la obra para recaudar el dinero necesario. En seguida yo contacté con una amiga mía llamada Blanca, y Gema con su hermano Nacho. Entre los 4 hicimos unas aportaciones económicas personales, que cubrían el 70% del montante necesario. Más tarde contacté con la parroquia donde vive mi madre, y he de reconocer que la respuesta de Cáritas de la Parroquia de Fuente del Fresno fue maravillosa. En seguida ellos donaron el dinero restante hasta llegar a los 4.200€ necesarios.

Cuando le enviamos el mail y la transferencia del dinero al padre Kalyan, su alegría fue tal y tan contagiosa que todavía recuerdo su felicidad. En ese momento, al conseguir el objetivo para esos 50 niños, me di cuenta del verdadero valor de ayudar a otras personas.

Así que ahora un año después, nos encontramos en la misma tesitura. La crisis sigue golpeando al mundo, y el padre Kalyan y sus niños se encuentran ante el problema de que hacer en el futuro. Así que ahora Gema, su hermano Nacho, Blanca y yo, hemos decidido seguir ayudándole para que esos 50 niños tengan un futuro mejor.

A partir de ahora queremos que el proyecto sea sostenible. Es decir, que si algo nos ocurriera a nosotros, deseamos que esos niños pudieran seguir con sus estudios.  Y aquí es donde contamos contigo.  Esos 50 niños y nosotros necesitamos tu ayuda económica.

Puede parecerte que igual es un poco absurdo, pero ¿has pensado lo que tu vida cambiaría, si supieras que gracias a ti 50 niños tienen un futuro mejor? Un futuro lejos de la miseria, la prostitución, las mafias, la enfermedad y la soledad.  ¿Puedes imaginarte la felicidad que te proporcionará ayudar a otros seres humanos? Si todavía no lo has sentido, te aconsejo que lo pruebes. Esto es adictivo, y no hay droga en el mundo que te de tanta alegría y tanta felicidad como esto.

Este año el padre Kalyan nos pide 5.000€, es decir 100€ por niño y año.  Esto es el equivalente a un pantalón vaquero de marca, una cazadora o un bolso. ¿Te apetecería cambiar algo de esto por la educación, la manutención, la vestimenta, y la vivienda de un niño durante un año entero? 

Es hora de comenzar a cambiar el mundo, sobre todo el tuyo propio, si te apetece, claro está. Al hacerlo, comprobarás lo poco que cuesta ser verdaderamente feliz, ayudando a otros a serlo.

Esos niños te esperan, ellos dependen de ti, y nosotros desde aquí te agradecemos profundamente todo lo que esté en tu mano para ayudarnos.


Te esperamos

Gema, Nacho, Blanca, Diego 

1 comentario:

  1. Me encanta vuestro proyecto. Aparte del fin que tiene, también me gusta que sea tan personal, muy concreto, y con resultados inmediatos. No me gustan las "multinacionales" de la cooperación, aunque reconozco que para iniciativas de gran envergadura no hay más remedio que contar con ellas. Pero si este tipo de acciones individuales prolifera se podrá mejorar la vida de muchas personas.

    Adelante con ello, tenéis todo mi apoyo.

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